lunes, 24 de septiembre de 2007

EL VIAJE MAS LARGO….

Dice un antiguo proverbio Chino que “el viaje más largo comienza con el primer paso.” Si quiere conseguir un bello ejemplar de bonsái, prepárese para un largo viaje.
Aunque de origen chino, este arte de cultivar árboles se ha desarrollado y difundido particularmente en Japón donde ya en el siglo XIII era ampliamente practicado y todavía en la actualidad en un fenómeno cultural importante de un gran nivel artístico, como consecuencia del taoísmo.
Los seguidores de esta religión creían que los fenómenos naturales, como por ejemplo las montañas, los árboles, las piedras, estaban cargadas de poderes, y que los ejemplares diminutos los poseían de forma concentrada. También pensaban que una forma retorcida y nudosa representaba los cuerpos de los que habitaban el mundo de los espíritus, en el cual habían alcanzado una edad avanzada.
A partir de estas creencias ha surgido una forma de horticultura: el Bonsái.
El nombre “Bonsái” se creó mucho después, a partir de dos palabras de origen Japonés que se pronuncian Bon, significa bandeja o recipiente chato y Sai, planta o plantación. En realidad, no hay una traducción exacta al español, pero para definirlo lo más certeramente posible sería “Un árbol o arbusto con un tratamiento especial, podado de tal manera que se asemeje a un árbol de tamaño natural y cultivado en un recipiente pequeño.
Lo que se busca con esta técnica es dar un efecto artístico, manteniendo siempre su estilo original y que a su vez, dé la impresión de formar parte de la naturaleza.
Porque la meta de este trabajo es lograr recrear la naturaleza idealizada.
Los primeros bonsái fueron árboles enanos por naturaleza que crecían en las montañas y que se recogían cuando ya eran viejos.
El bonsái adquiere nobleza, pero no es sólo este factor quien lo revaloriza, la calidad se alcanza cuando a la edad avanzada se une un aspecto atrayente y la forma en que por si solo evoca todo un paisaje, contenido en un medio adaptado al contacto directo con nosotros.
Al cultivo del bonsái se le atribuye transmitir paz interior, tranquilidad, afecto hacia la humanidad y la posibilidad de unir a las distintas generaciones en torno a su cuidado. Su trasfondo, más allá del objeto mismo, es el gusto por lo refinado en la simplicidad, la comunicación con la naturaleza, la fuerza interior de las plantas que son fuentes inspiradoras para el hombre, él poder meditar con molestia frente a la grandeza de los acondicionamientos naturales y el placer de poder, cuidar cosas que el tiempo y el hombre han transformado con el auxilio de la divinidad.
Para los más novatos bastarán una dosis de aplicación y paciencia en el desempeño de pequeños trabajos que tomarán poco tiempo y sí mucha satisfacción.
Hay que insistir en este punto; un buen bonsái no puede ser desproporcionado en su tronco en relación con sus ramas, por lo tanto lo más importante es aprender a podar, ramas y raíces.

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