lunes, 1 de octubre de 2007

¿ES DIFICIL PRACTICAR EL ARTE DEL BONSAI?

Al principio se necesita humanidad y paciencia. Buscando después el material en cualquier vivero. La planta que se coloque en la maceta, cuidándola con pasión y paciencia, deberá participar también de nuestra fantasía para alcanzar una originalidad irrepetible.
Cada Bonsái, de hecho, artístico o no, centenario o joven, bien logrado o no demasiado perfecto, es único en el mundo, nadie más lo puede tener igual; es en efecto, una creación nuestra.
Es tanto el amor y cuidado que se le prodiga a un bonsái, que lo habitual es que pasen de generación en generación. Es así que cuando ya el abuelo ha desaparecido de un hogar, sus nietos recuerdan en ese bonsai su imagen, en cada brote, flor o fruto. Está también detrás la idea de las horas que compartieron en familia cuidando el bonsai, por lo tanto todos los cambios estaciónales que ocurren en ella son parte de la vida, de la continuación de ese ser que está allí y se recuerda a través del bonsái. Sin un cuidado apropiado, los bonsái no pueden vivir.
El agua es imprescindible no debe dar miedo el riego. Hay que regar más cuando haga más calor, rociarlos y no dejar que se sequen, aunque es más fácil recuperar uno algo seco que otro podrido por exceso de agua.
Estos son los cuidados mínimos para empezar a trabajar con un bonsái. El estudio y la experiencia ayudarán a que se cumpla otro proverbio oriental que dice: El Bonsái lo inicia el abuelo, lo cuida el padre y lo disfruta el hijo.

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